jueves, 25 de diciembre de 2014

Teresa de Jesús y la Navidad

                SANTA TERESA  DE JESÚS Y LA NAVIDAD

 

Por las Carmelitas Descalzas de Baní

Toca a nuestras puertas el hermoso tiempo de la Navidad, haciendo vibrar nuestro interior con la pequeñez y ternura del Niño Dios, recién nacido, pobre y desvalido.

Dios capacitó a Santa Teresa de Jesús de un amor muy grande por Cristo, hasta convertirse en la gran enamorada, la mujer apasionada por El.  Teresa, la del ´´Vivo sin vivir en mi´´; la del  ´´Muero porque no muero´´, expresiones de los grandes y efusivos deseos por consumar su amor con Jesús.

La fuerza y determinación de ese gran amor  la hizo vivir con intensidad el misterio de la Navidad,  teniendo un profundo conocimiento del acontecimiento que celebraba.

Teresa, la santa de Ávila, se unió e hizo suyas las sencillas expresiones del pueblo cristiano de su tiempo, la Castilla del siglo XVI, preparando las posadas en espera del Niño Dios; práctica popular que introdujo la santa en los conventos carmelitas, llenándolo de vida y frescor, con la celebración plástica, sencilla y procesional de esta espera.

Nos cuenta la historia de los conventos que ella fundo: ´´Durante 9 días, al son de coplas y romances se recorrían los claustros, con una imagen de la Virgen María y otra de San José, e iba la comunidad carmelitana llamando de puerta en puerta, en cada celda o habitación, a ver qué religiosa daba posada a la Virgen María que iba a Belén, a punto ya de dar a luz ´´.  Tradición de gran estima que se mantiene con vida en los carmelos.

La gran mística de Ávila, celebraba con todo esplendor y mucha fiesta la Natividad del Señor. Componía villancicos- canciones de navidad-, los que ella misma cantaba y bailaba al son de tamborcillos, castañuelas y flauta; instrumentos que ella misma tocaba, los cuales se conservan hasta hoy en su recuerdo.

Cuentan de ella, que cantaba y bailaba con tanto donaire y entusiasmo que contagiaba a las monjas, quienes no se resistían, acompañándola en la danza. Convirtiendo la navidad en el Carmelo en una esplendorosa fiesta de bailes y canciones al Niño Dios, al unísono de diversidad de instrumentos.

Escribe Teresa con entusiasmo:

-¡Ah!, pastores  que veláis,

por guardar vuestro rebaño.

Mirad, que nos nace un cordero,

Hijo de Dios Soberano.

-Gil, dame aquel cayado,

que no se me saldrá de la mano,

no nos lleven al Cordero,

no ves que es Dios Soberano.

-Viene pobre y despreciado,

comiénzalo ya a guardar.

Que el lobo nos lo va a llevar

sin que lo hayamos gozado.

-Gil, que es Dios Omnipotente.

Mi fe, yo le vi nacido,

y una muy linda zagala -pastora-

Pues si es Dios, ¿cómo ha querido

estar con pobre gente,

no ves, que es Dios Omnipotente?.

 

Estas canciones compuestas por ella, las mandaba a los carmelos para que fueran cantadas en las recreaciones, además,  animaba a las comunidades para componer  según su inspiración otros parecidos.

Así era Teresa: alegre, expansiva y creativa ante el Niño Jesús por quién sentía inmensa ternura y devoción.

 

 

 

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